“Necesito tantas cosas”. Una palabra en mal uso para tantos adherentes de boca reversible que no saben y no quieren y no entienden que la necesidad no hace al fraile. Para muchos es una varita para seguir inerme, “Necesito” y disponen. Al que realmente y por legitimidad le corresponde pronunciarla, apenas se aventura a bisbisear su nombre, por no ser el mal agüero de su cuerpo endeble, frio, solo, roto, hambriento, a la merced de escuchar su propia condición en unos labios de pergamino que inscriben surcos de velorios.
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