Hoy la música se filtra en las ventanas, música de gralla y de timbales. Los castillos aquí son de manos, sístoles, diástoles, comprometidas a no caer y no dejar caer las cúspides que ayer y hoy coronan una plaza de la iglesia tocando cielo e irradiando un corazón de tierra que se proclama diestro en un principio sin final de efecto.
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