Los sentimientos son del agua, allí se esconden, en el líquido elemento que nos amalgama. Podemos transpirarlos, gritarlos en perfil de ola acechando a las pupilas dilatadas en el mismo instante en que se fragua una mirada, también podemos escupirlos, relamerlos y sentirlos naufragar en solo segundo, son antojadizos por naturaleza ignota, y transferibles, una química sísmica entre la piel y el alma.
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