Pienso en ti en cada segundo que me queda, en cada palabra nunca escrita que resbala por mis labios, y no llega, hago eucaristías de mis horas que siempre suman veintiocho y concluyen en epifanías y pienso que mientras yo siga pensando y mis silencios sean manecillas, el mundo será el viento que empuje las audacias de esta costumbrista desusada.
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